Este es el paraje del que he hablado en algún post, con mi bici plantificada en medio. El río dibuja una curva en su curso, abriéndose paso por un apretado soto (bosque de ribera) en el que los sauces empiezan tímidamente a reverdecer. Hoy me he acercado hasta allí en bici, y he hecho unas fotos para colgar aquí. Para llegar a ese lugar, antes hay que cruzar una enorme chopera, que en invierno presenta un aspecto casi fantasmal:
El camino transcurre muy cerca del cauce del río, y en algunos momentos se encarama sobre él:
No sé qué tiene ese sitio, pero me da muy buenas vibraciones. Pero para buenas vibraciones, las de mi (hoy sí) querida báscula. Esta mañana me he subido a ella, imaginando que ya casi estaría rozando el 87.0, y en cambio... ¡¡ha marcado 86.6!! Me he vuelto a subir, ¡y lo mismo! ¡Por fiiiin! La verdad es que me ha costado casi un mes bajar de 87, es lo que tiene saltarse la dieta más días de los que se hace, pero bueno, yo, más que contento, porque después de casi trece meses sin fumar, ya solo me faltan perder 3-4 kiletes para volver a quedarme como estaba. Y tal vez, bajar alguno más de propina.
Bueno, pues nada, que acabéis bien este miércoles de ceniza, fecha que en el calendario cristiano nos recuerda que todo lo material de nuestra vida tiene una fecha de caducidad, que lo que en determinado momento es motivo de orgullo y engreimiento al final solo será polvo, y que lo que realmente importa en la vida son otras cosas. Algo que solemos intuir, pero que a menudo ignoramos u olvidamos... Bueno, ¡a cuidarse!
Bueno, pues nada, que acabéis bien este miércoles de ceniza, fecha que en el calendario cristiano nos recuerda que todo lo material de nuestra vida tiene una fecha de caducidad, que lo que en determinado momento es motivo de orgullo y engreimiento al final solo será polvo, y que lo que realmente importa en la vida son otras cosas. Algo que solemos intuir, pero que a menudo ignoramos u olvidamos... Bueno, ¡a cuidarse!