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miércoles, 25 de febrero de 2009

Fotos y ceniza


Este es el paraje del que he hablado en algún post, con mi bici plantificada en medio. El río dibuja una curva en su curso, abriéndose paso por un apretado soto (bosque de ribera) en el que los sauces empiezan tímidamente a reverdecer. Hoy me he acercado hasta allí en bici, y he hecho unas fotos para colgar aquí. Para llegar a ese lugar, antes hay que cruzar una enorme chopera, que en invierno presenta un aspecto casi fantasmal:


El camino transcurre muy cerca del cauce del río, y en algunos momentos se encarama sobre él:


No sé qué tiene ese sitio, pero me da muy buenas vibraciones. Pero para buenas vibraciones, las de mi (hoy sí) querida báscula. Esta mañana me he subido a ella, imaginando que ya casi estaría rozando el 87.0, y en cambio... ¡¡ha marcado 86.6!! Me he vuelto a subir, ¡y lo mismo! ¡Por fiiiin! La verdad es que me ha costado casi un mes bajar de 87, es lo que tiene saltarse la dieta más días de los que se hace, pero bueno, yo, más que contento, porque después de casi trece meses sin fumar, ya solo me faltan perder 3-4 kiletes para volver a quedarme como estaba. Y tal vez, bajar alguno más de propina.

Bueno, pues nada, que acabéis bien este miércoles de ceniza, fecha que en el calendario cristiano nos recuerda que todo lo material de nuestra vida tiene una fecha de caducidad, que lo que en determinado momento es motivo de orgullo y engreimiento al final solo será polvo, y que lo que realmente importa en la vida son otras cosas. Algo que solemos intuir, pero que a menudo ignoramos u olvidamos... Bueno, ¡a cuidarse!

martes, 24 de febrero de 2009

Ya están aquiiií...


Parece que va en serio: comienzan los primeros síntomas de la primavera: los días empiezan a alargar, florecen los primeros almendros, y ya lo definitivo: en algunas tiendas y supermercados hace unos días que tienen fresas. El otro día en Barcelona compré unas pocas a unos 6 € el kilo, pero hoy en mi frutería habitual las he comprado a 4.50€. Ya sé que no están nada baratas, y que las primeras todavía saben un poco a nada, pero qué queréis que os diga, no he podido evitar el capricho: la fresa, por su bajo contenido en hidratos de carbono, es una de las frutas aliadas de los que seguimos una alimentación con restricción de carbohidratos, y no aun así no queremos renunciar al placer de la fruta y sus beneficios.

Según la tabla que se consulte, 100 g. de fresa contienen entre 5.5 y 7 g. de carbohidratos, pero además tienen una cantidad importante de fibra. En la tabla de contenidos en carbos que aparece al final del libro de Atkins, se nos dice que 1/4 de taza de fresas (que nunca he sabido a cuántos gramos equivalen) contiene 2.7 g. de carbos, y solo 1.8 g. de ellos son "de fácil absorción". Esta división entre hidratos de carbono "totales" y "de fácil absorción" me lleva un poco de cabeza, no porque sea difícil de entender (el número "total" de HC incluye la fibra, los "de fácil absorción" son los que quedan una vez restada la fibra), sino porque nunca he sabido si el etiquetado español (en el que a menudo se diferencia entre HC y fibra) señala cantidades "totales" o "de fácil absorción"). Si alguien me puede aclarar este punto, le estaría muy agradecido. Además, he leído por ahí que su IG es de 25, o sea, muy bajo.

Pues lo dicho, que mañana para desayunar me pienso preparar mi primer batido de fresas de la temporada: un vaso de leche de soja (hay varias marcas con muy poco contenido en HC) y un puñado de fresas. Como soy algo laminero (goloso), a veces, si la fresa no es muy dulce, le echo un sobrecito de sacarina; unos pocos segundos en la batidora y... mmmmmmm.

Estoy contento porque llevo desde el domingo portándome bien, muy bien, al menos en lo que a alimentación se refiere. No he podido hacer bici, pero creo que mañana por la tarde sí podré. Si salgo a dar una vuelta, echaré alguna foto para colgarla aquí. Calculo que si sigo portándome así de bien, y puedo hacer algo de bici, igual puedo batir a finales de semana esos hasta ahora imbatibles 87...

domingo, 22 de febrero de 2009

Odio el japonés


Ayer estuve cenando en un restaurante japonés en Barcelona. No tenía ninguna gana, había estado no hace mucho en otro, en Zaragoza, y para no comer hidratos de carbono, tuve que conformarme con cenar una sopa de miso (o como se escriba) y unas mini-brochetas de salmón y no sé qué otro pescado, que me dejaron con algo de hambre. En esa mi primera experiencia japonesa descubrí que debo de ser el único ser humano del planeta que no sabe usar los dichosos palillos orientales, y que encima prefiere pedir cubiertos antes que sufrir la humillación de aprender a usarlos ante la divertida mirada de la concurrencia. Pero ayer habíamos quedado con unos amigos y también con unos amigos de esos amigos, que precisamente habían propuesto un restaurante japonés muy guay, por el Born. Y claro, una cosa es manipular a mis propios amigos, y otra muy distinta manipular a unos desconocidos.

Así que no tuve fuerzas para oponerme. Tampoco fue de gran ayuda la pérdida de autoridad que suponía haberme metido a mediodía entre pecho y espalda una fideuà (¿quién dijo dieta Atkins?). Así que me acordé del famoso proverbio inglés que dice "from lost to the river", y pensé que por probar el dichoso sushi y demás variantes, y meterme unos pocos hidratos de carbono más en forma de arroz y fideos Singapur, tampoco iba a representar el fin del mundo. Y que la sopa de miso y las brochetas las dejaría para mejor ocasión.

Ni que decir tiene que fui el único que usó tenedor para comer, no sin antes intentar torpemente mover los palos con mis agarrotados dedos. Los demás, en cambio, los dominaban con singular destreza. Resultaba patético verme coger las piezas de sushi con tenedor, aplastando las delicadas composiciones de arroz, algas y tempura, con lo que fuera que llevasen dentro. Los demás me miraban con cierta conmiseración, incluso con franca pena, pero mi orgullo y yo aparentábamos absoluto control de la situación.

Así que me juré y perjuré varias cosas: que esa era la última vez que iba a un japonés, que definitivamente abominaba para siempre del cilantro y de la salsa de soja, y que debía de volver a mi dieta pero en serio. Hoy he estado quemando glucógeno paseándome por el frente marítimo de Barcelona, y estoy respetando muy bien Atkins. Mañana me pesaré para constatar que sigo sin estar en el buen camino, pero paso de poner aquí lo que peso. No lo pondré hasta que la cifra sea inferior a 87. Hasta entonces, lo que me diga la báscula... no cuenta, y como se ponga muy tonta, le quito la pila o le hago vudú con unos palillos chinos, o la aviento por la ventana junto con el DVD de Lost in translation...

miércoles, 18 de febrero de 2009

Tarde de pedaleo...


Hoy la tarde invitaba, y me he dado un buen paseo en bici (sí, en mi bici, la de la foto). Después de una mañana fría, el sol se ha hecho fuerte y ha quedado una tarde casi primaveral. Me he pegado 1 hora y 10 min. pedaleando; ya sé que no es mucho, y que tendría que descontar los minutillos que me he entretenido en echar unas cuantas fotos, pero es que quería dejar constancia de mi firme compromiso con empezar a tener más actividad física que un botijo, jejeje. A ver si sé subir las dichosas fotos... que por cierto, no son de ese rincón del que hablaba en el post anterior, sino de un camino que he "descubierto" hoy.


Y la última... aquí no parece nada esta costera, pero para subirla en bici... uffffff.


¡Saludos!

domingo, 15 de febrero de 2009

Volviendo al buen camino...


Pues nada, que aunque esta semana pasada apenas he podido meterle mano al blog (en el buen sentido, claro), la verdad es que me he portado más o menos bien, y he conseguido quitarme esos 800 dichosos gramos que me había echado encima. Vamos, que vuelvo a estar en 87.2, como hace varias semanas...

Para esta semana me he propuesto el objetivo de bajar por fin de 87, que ya me vale... Como los días empiezan a alargar un poco, espero retomar más en serio la bici; la semana pasada me di el primer paseo post-invierno, a pesar de la ciercera que hizo ese día. Hacía tiempo que me picaba el gusanillo de coger la bici, no solo por el tema de salud y peso, sino fundamentalmente porque el pasado mes de septiembre descubrí un paraje, a 20 min. en bici de la localidad donde vivo, que ejerce sobre mí un efecto relajante. No sé, el lugar no tiene nada de extraordinario, pero me siento especialmente bien cuando estoy allí. El caso es que con el tiempo tan asquerosillo que ha hecho este invierno, hacía tres meses que no iba a "mi" sitio, y la semana pasada, con la excusa de coger la bici, volví. A ver si esta semana que viene me vuelvo a acercar un día, hago alguna foto y os la cuelgo por aquí. Y de paso, a ver si para entonces os puedo dar la noticia de que he bajado de los 87...

lunes, 9 de febrero de 2009

Paisaje tras la batalla...


Pues tal como me temía, desde el miércoles por la noche hasta prácticamente el domingo por la tarde ha sido un festival de carbohidratos. Y no me refiero a acelgas y pan integral precisamente. Pensaba contar con detalle todo lo que me metí entre pecho y espalda, pero he decidido hacer borrón y cuenta nueva. Al fin y al cabo, al subirme esta mañana a la báscula, me temía una catástrofe, y al final, solo he recuperado 800 miserables gramos... O sea, que vuelvo a estar en 88, pero con ganas de volver al buen camino.

De todos modos, esta "recaída" me ha servido para volver a reafirmarme en algo a lo que ya aludí en algún otro post: la retirada de los hidratos de carbono (me refiero a los malos) presenta cierto parecido con la retirada de la nicotina (y lo dice alguien que acaba de cumplir hace pocos días un año sin fumar...). Cuesta decir "basta", y en cambio es fácil decir, "bah, total ya, por uno más...".

Bueno, pues lo dicho, que tras el terremoto, viene la reconstrucción. ¡Espero!

viernes, 6 de febrero de 2009

Telegrama desde el "infienno".


Estoy en el infierno STOP he sido malo, malísimo, aunque no haya sido mea culpa STOP desde el miércoles por la noche, festival continuo de hidratos de carbono, y además, de los peorcitos, incluyendo nachos, bocatas, pasta, dulces... STOP eso sí, he hecho algo de deporte STOP en cuanto tenga más tiempo, cuento más por extenso STOP buen finde! STOP

domingo, 1 de febrero de 2009

Ave María Purísima...


Invocando esas palabras, da comienzo el acto de confesión católico. No quisiera que sonase irreverente, solo quería ilustrar que este fin de semana... he pecado.

Todo comenzó el viernes; teníamos una cena con la gente del trabajo, pero como ya hace días que habíamos tenido que elegir el menú, había hecho una elección bastante aceptable: una ensalada con queso de cabra y frutos secos, y de segundo, pescado. Tenía claro que no iba a comerme el postre y tampoco iba a probar el pan. Y para beber, un par de copas de vino, máximo. Estaba tan decidido, que me premié por adelantado permitiéndome el lujo de tomarme una caña (pequeña) antes de cenar, mientras esperábamos en el bar del restaurante. Y a pesar de la cañita, todo fue muy bien, porque cumplí lo planificado.

El problema fue después, cuando nos fuimos a echar la primera copa. Pedí mi acostumbrado brugal con cocacola light y... ¡oh, decepción inenarrable! "No tenemos nada light", fue la respuesta de la camarera, que se debía de llamar Eva y en vez de una manzana sostenía una botella de cocacola normal. No me hacía ni pizca de gracia meterme entre pecho y espalda unas cuantas cucharadas de azúcar disuelto en cocacola, pero la cerveza no era una alternativa mejor, y no iba a pasarme la noche a aguas. Así que me dije, "más se perdió en Cuba". Y dado lo bien que me lo estaba pasando, pensé en algún otro refrán o frase hecha que sirviese de coartada, y me vino a la cabeza aquello de que "París bien vale una misa". Así que en el bareto este terminaron cayendo dos cubatas (con cocacola normal). Luego cambiamos de garito, y el tercer cubata (creo que fue el último, pero no pongo la mano en el fuego) ya fue light.

La verdad es que tampoco suena tan terrible (todavía). Lo terrible fue la resaca del día siguiente, sábado. Para colmo, esa noche tenía otra cena (esta vez con mis amigos) y posterior cubateo. A las 8 de la tarde tenía tan mal cuerpo que a punto estuve de quedarme en casa, pero uno tiene muy a gala no quedarse un sábado en casa si no es por circunstancias muy excepcionales. Ya en el bar, mientras esperábamos a tener mesa libre, decidí emular lo de la noche anterior y tomarme una cañita. No os podéis imaginar lo maravillosamente bien que me sentó. Fue como si aquella cerveza hubiese eliminado en dos tragos mi terrible resaca. Y se despertó en mí una sed instintiva, casi desesperada, de cerveza, y a cerveza que estuve toda la santa noche. Yo no hacía más que acordarme de que la cerveza tiene no sé qué azúcar con un índice glucémico como para tumbar a un elefante (¿puede ser la maltosa?), pero nada, ¡venga cerveza! Eso sí, por lo demás, no probé ni una molécula de pan, de patata o de dulces. Solo cerveza. Y hoy, ni resaca ni nada; estoy cansado perro, eso sí, porque a mi edad lo de salir dos días seguidos debería estar prohibido, pero aunque estoy arrepentido de pecar... resacoso, no estoy.

Lo normal en estos casos (después de pecar y confesarse) es cumplir la eventual penitencia. En mi caso, está clara: tener que volver a inducción. Pero es que desde el miércoles por la tarde hasta el viernes por la noche voy a estar de viaje, y no sé muy bien qué me va a tocar comer y beber. Así que estoy temblando, porque me temo que no podré cumplir mi penitencia hasta la semana que viene. A ver mi báscula-confesora qué me dice mañana, si es bondadosa e indulgente (y no he ganado demasiado peso), o si me condena sin absolución al fuego eterno. Ya os contaré.