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martes, 30 de marzo de 2010

Día 9: ...y el fósil habló.


Esta mañana, el fósil (la báscula de casa de mis padres) ha dictaminado que mi peso está en 89 (aproximadamente y sin hacer trampas, ¿eh?) lo cual significaría que ha caído 1 kg. más. Y para lo heterodoxa que está resultando mi aplicación de Atkins, no está nada nada mal. A ver si me pongo en plan más ortodoxo y acelero un poco el tema. Me haría ilusión subirme a mi báscula el martes que viene y ver la cifra de 88 (se entiende que 88.0, no 88.9, claro). Ayer me porté muy bien... hasta la noche. Por la noche había quedado con dos viejos amigos a los que hacía tiempo que no veía, y aunque mis primeras consumiciones fueron dos cocacolas zero (sonrisitas de pitorreo entre mis amigos), al final terminaron cayendo dos copitas de tinto y, como la noche se complicó un poco, al final cedí a dos cervezas... bueno, una y media, porque la primera era una cañita insignificante... además, fui andando al bar donde habíamos quedado, una media hora a buen paso (y hablando por el móvil, lo cual debe de consumir más calorías porque con la prisa y el aire que necesitas para hablar, los pulmones y el corazón tienen que trabajar doble). Para volver no me costó tanto rato. Es lo que tiene terminar cogiendo un taxi...

lunes, 29 de marzo de 2010

Días 7 y 8: ojos que no ven...


...corazón que no siente. Y es que desde el viernes, que no me atreví a pesarme, no estoy en mi casa, y hasta el martes 6 de abril no volveré, así que quedo sin conocer el veredicto de mi báscula. Desde hoy voy a estar unos días en casa de mis padres, que en vez de báscula tienen un fósil de esos en los que el peso viene señalado en rayitas de 500 g., y la aguja es lo suficientemente ancha para que tú puedas elegir tu rayita, medio kilo arriba o abajo (obviamente, siempre se elige la de abajo). Además, si ladeas la cabeza hacia la derecha, parece que la aguja está un poco más cercana a la siguiente rayita de la izquierda, o sea, que siendo benevolente con uno mismo se puede llegar a pesar un kilo menos. Sí, ya, algún/a aguafiestas me dirá que me quede con la cifra de enmedio, o que simplemente, me fije estos días en la evolución de la aguja, con el menor ladeo de cabeza posible. Pues bien, list@s, eso es lo que pensaba hacer desde mañana mismo, a expensas de que lo determinante será el pesaje del martes 6 de abril. Mientras tanto, voy haciendo más o menos bien la dieta (el sábado volví a probar algo de vino, pero muy poco, de verdad, y el domingo ya me porté fenomenal), y voy alternando un poco de andar con un poco de bici. A ver qué dice mañana el fósil...

sábado, 27 de marzo de 2010

Días 5 y 6: quien con tragos se acuesta...



... con tragos se levanta. La noche del jueves al viernes fue catastrófica (demasiado vino, demasiado chocolate negro, una cerveza, acostarme a las tres y media de la madrugada) y el viernes fue de resaca total, no tanto por el alcohol -que tampoco fue para tanto- sino por las pocas, poquísimas horas de sueño. He vuelto a recordar que eso de ir a trabajar de resaca no está hecho para mí. Obviamente el viernes por la mañana no osé subirme a la báscula, y aunque todo el día me porté bien, tenía un mal cuerpo que para qué. Este finde tengo que ser bueno para poder subirme el lunes a la báscula con confianza (este finde estoy fuera de casa y sin báscula). Así que el lunes veremos hasta qué punto fue trágica la cena-salida nocturna del jueves... Ahora me voy a coger una bici y a quemar calorías y grasas. Ciao!

jueves, 25 de marzo de 2010

Día 4: un pequeño paso para el hombre...


...pero un gran paso para la Humanidad... ¿quién no lo ha oído alguna vez? Pues eso podríamos decir de mi peso esta mañana: 89.8. 200 g. menos y la alegría de bajar del simbólico 9o. Nada mal, teniendo en cuenta que aunque me porté muy bien con la comida -excelentemente-, no anduve apenas nada, no fui de cuerpo en todo el día y, lo peor de todo, caí en la tentación de beber un poco de sidra y un poquitín de vino tinto por la noche. Vayamos por partes.

Que me iba a portar bien con la comida y que apenas iba a poder andar nada, eso lo tenía claro. Lo de que no fui de cuerpo lo comento sobre todo por poder utilizar la simpática expresión "ir de cuerpo", que he oído alguna vez junto con otros eufemismos igualmente piadosos, como "ir de vientre", "ir a ver chi-cago", "poner el huevo", etc. Bueno, lo comento por eso y por que mi regularidad en semejantes menesteres es el primer daño colateral en mi batalla contra los kilos. Yo, que de normal soy envidia de estreñidos y azote del papel higiénico, en cuanto empiezo Atkins -sobre todo al principio- me puedo pegar varios días seguidos sin "evacuar" (huy, éste se me había olvidado, con lo gracioso que es). Esta vez no he tenido que recurrir a la semilla de lino en polvo (mano de santo), porque hoy, a media mañana y sin trampa ni cartón, "he plantado un pino". De lo que podemos deducir que al pesarme por la mañana aún había dentro de mí unos no-tan-pocos gramos que luego mi sabio cuerpo ha evacuado.

Lo que está mal es lo de la sidra (no quiero ni mirar cuántos HdC tiene) y lo del vino (tiene muy poquillos, pero tiene); mi punto flaco (lo único flaco que debo de tener, aparte del talento) es no ser capaz de socializarme a base de cocacola light y botellines de agua; en estas ocasiones, decido que me puedo permitir un poco de vino tinto (la sidra fue una ligereza evitable, lo admito), a pesar de que ralentice la quema de grasas (el alcohol es lo primero que el cuerpo "quema" como energía, o algo así creo recordar, así que mientras el organismo tiene alcohol que quemar, pasa de descomponer las grasas acumuladas, que es de lo que se trata en Atkins).

miércoles, 24 de marzo de 2010

Día 3: ¡milagro!


Vale, no es lo mismo que el curioso milagro de San Bernardo (aquí representado en la versión del pintor Alonso Cano), pero ¿acaso no es también un verdadero milagro haber pasado de 91.2 a 90.0 k. en 24 horas? ¡1200 gr. menos! ¿Que la mayor parte de ese peso será de agua? Seguro. ¿Que probablemente mañana mismo recupere un poco del peso perdido, o que simplemente no pierda más en unos días? Pues es altamente probable. Pero el subidón que me ha dado al ver ese 90.0 ha sido épico, y la inyección de motivación, brutal. Aunque un día normal no puedo pegarme las caminatas de ayer, en mi caso está claro que hacer un mínimo de actividad física es básico. Es algo en lo que insisten todas las dietas: sin un mínimo de ejercicio (aunque solo sea andar o ir en bici), ninguna dieta es todo lo efectiva que puede llegar a ser. A veces nos olvidamos de que el cuerpo no está diseñado para no moverse en días, y sin ese mínimo de acción, el estado de ánimo y la salud terminan resintiéndose.

Por cierto, que no dejo de darle vueltas al dichoso cuadro del milagro de San Bernardo, ¡vaya tela! En su época (S.XVII) debió de pasar desapercibido, pero creo que hoy lo cuelgan en una exposición y terminan defenestrados pintor y responsable de la exposición, por irreverentes...

martes, 23 de marzo de 2010

Día 2: "un grano no hace granero...


...pero ayuda al compañero". Así reza un refrán que repetía mucho mi abuela, y es lo que perfectamente podría haber pensado yo, de no haber estado demasiado somnoliento para ello, esta mañana al subir a la báscula y ver el veredicto: 91.2. O sea, -400g. No está mal del todo, pero había fantaseado con que la cantidad hubiera sido aún mayor. Hoy todavía me he portado mejor que ayer, porque he andado más rato, así que a ver si mañana sigue la progresión. Puede parecer que estoy algo obsesionado con lo de pesarme cada día, pero creo que no es así. Sé que un día puede "esconderse" una pérdida de peso que tarde o temprano aparecerá, o al revés, un día que te portas regular, zas, al día siguiente, unos cuantos cientos de gramos menos... pero es un espejismo. No se puede medir el éxito o el fracaso en la báscula día a día, sino más bien en la tendencia en varios días. Así que nada, paciencia, y poco a poco. Que un grano no hace granero, pero 400 gramos ya hacen casi medio kilete, ¡y en solo un día!

lunes, 22 de marzo de 2010

Balance del día 1 (pesadilla sobre la báscula)


Pues el día ha empezado de la peor manera posible. O la mejor, para la causa que aquí me convoca: después de bastantes días sin atreverme, me he vuelto a subir a la báscula (a la de toda la vida, que la otra, con sus cálculos infinitesimales sobre mis adiposidades más íntimas, me da grima). El resultado ha sido tan desolador como motivante. Dejé el blog con un peso de 85.8 (octubre/2009) y lo retomo con...tachán!!! 91.6 (marzo/2010). A kilo por mes, prácticamente, como un campeón. Definitivamente: dejar de pesarse y no actualizar el blog engorda.

No es por ser condescendiente conmigo, que normalmente lo soy, pero la cifra de 91.6 no es justa ni realista tampoco, y la achaco al dichoso finde de despedida de carbohidratos. Los últimos pesajes que hice en la báscula arrojaban cantidades entre los 89 y los 90, que incluso bajaron a 88 gracias a una bendita gastroenteritis que me visitó un par de días. Si todo va bien, esta semana me debería quitar rápidamente un par de kiletes y empezar a adelgazar en serio a partir de ahí. Pesar el lunes que viene 89.6, o incluso algo menos, no debería ser difícil, si me sigo portando tan bien como hoy. Si consigo bajar hasta los 85 antes del verano, ya estaría bastante bien, pero si llegase a 83... uf, sería maravilloso.

Sigo avanzando también en la lectura del New Atkins; está bien, pero ayer tuve la sensación de que había muchas cosas "cortadas y pegadas" del viejo, y el estilo de escritura no te encandila del mismo modo que lo hacía el controvertido cardiólogo norteamericano (aunque probablemente se deba a que no es tan fácil encandilar a un hispanohablante en inglés como en castellano). Una cosa que me ha gustado es que el café ha sido exonerado de la sospecha de subir los niveles de insulina en sangre. Por lo que he entendido, parece haberse demostrado que el café en dosis moderadas puede contribuir -dentro del contexto de una dieta baja en hidratos de carbono- a la "quema de grasas". Otra cosa que me ha sorprendido bastante es algo relativo a la sal, pero eso lo dejo para una futura entrada...

domingo, 21 de marzo de 2010

A punto de empezar el día 0


En pocos minutos empieza mi día 0. Ya sé que es totalmente reprobable que me haya pasado el finde comiendo fideuá, pasta, pizza, paella, un kebab y hasta una bolsa de ganchitos, pero qué le vamos a hacer, uno puede considerarse una persona racional, alguien que sabe qué es comer con sentido común, etc., y aun así, disfrutar de la gran contradicción que es caer en un fin de semana de "despedida y cierre", antes de pasar una especie de travesía en el desierto, que ni es tan travesía (lo "duro" de la inducción de Atkins son solo dos semanas) ni es por el desierto.

Cuando he llegado a casa, ¡sorpresa! Me ha llegado el nuevo libro en el que se actualiza la dieta Atkins. Lo he comprado por internet y en inglés, porque creo que todavía no está traducido al castellano. El título original es The new Atkins for a new you, y ya he empezado a leérmelo. Por cierto, que no sé cómo lo traducirán, porque lo de El nuevo Atkins para un nuevo tú suena definitivamente mal. Dejando aparte la traducción del título, me ha parecido una casualidad significativa: el día en que voy a empezar a comer otra vez bien, me llega el libro de Atkins con las últimas actualizaciones... ¡A ver si es un buen presagio!

miércoles, 17 de marzo de 2010

¡Qué bien! ¡Ya llega la odiosa primavera!


Pues sí, señoras y señores, lo de hoy ha sido definitivo. Es verdad que por la noche todavía hace bastante frío, y no es menos cierto que a partir de mañana entra un nuevo frente borrascoso, de esos que no se han cansado de cruzar la Península Ibérica en todo este laaaaargo y duro invierno. Pero hoy ha sido el primer día -mejor dicho, la primera tarde- que yendo por la calle he tenido que quitarme el abrigo, y eso ha encendido todas las alarmas en mi cabecica (el diminutivo es de carácter afectivo, no porque la tenga pequeña) (la cabeza, me refiero).

Sí, parece que, por fin, ya es primavera. Por un lado, tenía unas ganas enormes de que llegase. Pero por otro, el haberme tenido que quitar el abrigo y dejar al descubierto esos kilillos de más ha sido como un "ejem, ejem" del cosmos hacia mí. Ha sido maravilloso ir con esos enormes gabanes de invierno que tanto abrigan y que tan bien camuflan los excesos que ya empezamos a cometer desde bastante antes de Navidad. Pero en un clima continental como este, entre la helada invernal y la chicharra veraniega apenas hay transición. Hoy me he tenido que quitar el abrigo, mañana tal vez quedarme en camiseta. Y eso no puedo hacerlo hasta, por lo menos, retornar al peso que tenía cuando dejé aparcado este diario, allá por octubre.

Claro, que para saber cuánto tengo que perder para alcanzar ese objetivo (modesto, demasiado modesto) tendría que saber cuánto peso ahora, y eso es algo que desconozco. Es lo que tiene no querer subirse a la báscula. Es más. Es lo que tiene no subirse a ninguna de mis dos básculas. Porque planeando esta "vuelta al buen camino" -que hoy ratifico solemnemente en esta entrada del blog-, hace semanas me compré una báscula que te mide todo, la tía: el peso en kg., el porcentaje de grasa, de hueso, de agua... y la cabrona lo recuerda forever and ever, lo que viene a significar "para siempre jamás". Mi primera decepción fue ver que marcaba automáticamente unos 600 g. más que la misma pesada en mi báscula de toda la vida. La segunda, descubrir que estoy formado básicamente por agua y grasa, y que lo que yo creía una poderosa osamenta ha resultado ser unos poquitos kilos de calcio ahogados entre tanta materia acuosa y adiposa. En fin, un desastre.

Así que nada, hoy empieza la cuenta atrás para el comienzo de mi dieta (lo siento, pero hasta el domingo por la noche, no empiezo). Oficialmente, quedan 4 días para ponerme a dieta. Así que aprovechando la festividad irlandesa de San Patricio, voy a tener que irme a beber un poco de zumito de cebada (vulgarmente llamado cerveza) a la salud de ustedes y a la mía.