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domingo, 22 de febrero de 2009

Odio el japonés


Ayer estuve cenando en un restaurante japonés en Barcelona. No tenía ninguna gana, había estado no hace mucho en otro, en Zaragoza, y para no comer hidratos de carbono, tuve que conformarme con cenar una sopa de miso (o como se escriba) y unas mini-brochetas de salmón y no sé qué otro pescado, que me dejaron con algo de hambre. En esa mi primera experiencia japonesa descubrí que debo de ser el único ser humano del planeta que no sabe usar los dichosos palillos orientales, y que encima prefiere pedir cubiertos antes que sufrir la humillación de aprender a usarlos ante la divertida mirada de la concurrencia. Pero ayer habíamos quedado con unos amigos y también con unos amigos de esos amigos, que precisamente habían propuesto un restaurante japonés muy guay, por el Born. Y claro, una cosa es manipular a mis propios amigos, y otra muy distinta manipular a unos desconocidos.

Así que no tuve fuerzas para oponerme. Tampoco fue de gran ayuda la pérdida de autoridad que suponía haberme metido a mediodía entre pecho y espalda una fideuà (¿quién dijo dieta Atkins?). Así que me acordé del famoso proverbio inglés que dice "from lost to the river", y pensé que por probar el dichoso sushi y demás variantes, y meterme unos pocos hidratos de carbono más en forma de arroz y fideos Singapur, tampoco iba a representar el fin del mundo. Y que la sopa de miso y las brochetas las dejaría para mejor ocasión.

Ni que decir tiene que fui el único que usó tenedor para comer, no sin antes intentar torpemente mover los palos con mis agarrotados dedos. Los demás, en cambio, los dominaban con singular destreza. Resultaba patético verme coger las piezas de sushi con tenedor, aplastando las delicadas composiciones de arroz, algas y tempura, con lo que fuera que llevasen dentro. Los demás me miraban con cierta conmiseración, incluso con franca pena, pero mi orgullo y yo aparentábamos absoluto control de la situación.

Así que me juré y perjuré varias cosas: que esa era la última vez que iba a un japonés, que definitivamente abominaba para siempre del cilantro y de la salsa de soja, y que debía de volver a mi dieta pero en serio. Hoy he estado quemando glucógeno paseándome por el frente marítimo de Barcelona, y estoy respetando muy bien Atkins. Mañana me pesaré para constatar que sigo sin estar en el buen camino, pero paso de poner aquí lo que peso. No lo pondré hasta que la cifra sea inferior a 87. Hasta entonces, lo que me diga la báscula... no cuenta, y como se ponga muy tonta, le quito la pila o le hago vudú con unos palillos chinos, o la aviento por la ventana junto con el DVD de Lost in translation...

5 comentarios:

Melora dijo...

Ahí te veo, retomando camino... por cierto, a mí los japoneses, uiiii
me dan un no sé qué, no puedo con ellos .
Melbesos

Vika dijo...

A mi me encanta el sushi.. precisamente ayer fui a un restaurante Japones i.. jajaja no se tampoco usar los palillos pero a mi ni me va ni me viene.. me importa poco eso.. talvez si estuvera en Japon ps aprenderia pero aca lo he inentanto i nada ke puedo asi ke .. mejor a cubiertos jajaja.. asi ke ia vex. no eres la unika!.

bs!

siempreadieta dijo...

Gracias Mel y Vika... Por cierto, Vika, en todo caso, no seré el único, no "la única", no me cambies de sexo!! xD

Maran dijo...

A mi los joponeses no me van demasiado, ni el sushi ni na.......ahi te quiero ver volviendo al buen camino, poco a poco!me encantó el paraje por donde vas en bici, pon máas foticos!:-) besis

Astarté dijo...

A ver, para gustos colores. A mí me encantan los japos y lo de los palillos es cuestión de práctica insistente y sin desfallecer. Voy todos los lunes con las del curro. Menú ideal para dieta: Ensalada de wakame y pepino con sashimi de segundo. Bueno, la cuestión es que vuelvas al redilll... ya sea un redil japonés o jamaicano... Gracias por venir a verme. Besotes!