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sábado, 20 de diciembre de 2008

San Robert Atkins


Sin duda alguna, después de La antidieta, el libro que consiguió volver a encenderme el oculto chip de la motivación fue La nueva revolución dietética del doctor Atkins. El título me sonaba, porque mi madre, siendo yo adolescente, ya se había leído la primera edición de la obra. Siendo yo todavía un fervoroso seguidor de La antidieta, mi madre me contó, a su modo, los principios de Atkins. Sus palabras me parecían una auténtica herejía. Por lo que me decía mi madre (ofreciendo una idea bastante distorsionada pero muy extendida de lo que proponía Atkins), su método se basaba en eliminar el consumo de azúcar, fruta, hidratos de carbono, almidón, etc., y dar prioridad a las proteínas y grasas, es decir, a carnes, pescados, mariscos, huevos, etc. Es decir, casi lo diametralmente opuesto a mi Antidieta. Por supuesto, no hice ningún caso a tan descabellados presupuestos. Y las pocas veces que volví a oír hablar de Atkins fue siempre para oír críticas demoledoras.

Pero después de aquel momento bomba con mi amigo Ambrosio, en las estanterías de ciertos grandes almacenes fui a dar con una edición económica del famoso libro de Atkins. Recordé que mi madre me había hablado de él, recordé que las teorías de Atkins habían sido tan vituperadas como las de La antidieta (algo que unía a unas con las otras, a pesar de su antagonismo), pero decidí que por leer ese libro no me iba a aumentar el colesterol ni iba a morir inmediatamente de alguna terrible dolencia cardiaca (a pesar de lo que había oído o leído de algunos de los detractores del dichoso librito). Leerme ese libro fue lo más parecido a una revelación.

Independientemente de que los lectores y lectoras de este blog estén en acuerdo o desacuerdo con las teorías del doctor Atkins, habrá que admitir que es prácticamente el único libro popular de dietas que dedica varias decenas de páginas a citar los artículos científicos en los que se respaldan las afirmaciones que se hacen en el libro. No hablo de citar algún título aquí y allá, no. Hablo de cientos de referencias a estudios publicados en revistas científicas... pero sobre todo, hablo de mi propia experiencia personal.

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