Free counter and web stats

lunes, 8 de diciembre de 2008

La antidieta.




Como tendré ocasión de explicar más adelante, La antidieta supuso para mí una verdadera conmoción. Recuerdo que empecé a leer el libro por la noche, al irme a la cama, y que su lectura me desveló. Sólo la interrumpí para levantarme a medianoche a coger una manzana del frigo. Aquel libro, de algún modo, cambió mi vida. Hice míos los principios de la higiene natural que de forma tan convincente explican los autores, y perdí los kilos que me sobraban, pero sin pasar absolutamente nada de hambre, sintiéndome muy bien.

La gente que me veía después de un tiempo me preguntaba si es que había estado enfermo, y no porque presentase mal aspecto, sino porque constataban una pérdida de peso importante. Me sentía orgulloso de mí mismo. Aquel libro no sólo me había dado unas claves saludables y efectivas de cómo perder peso, sobre todo me había inyectado una dosis bestial de motivación que me iba a convertir en un paladín de sus principios entre mis familiares y amigos.

El tiempo fue pasando, e imagino que de alguna manera dejé de seguir esos principios. De vez en cuando he vuelto a releer parcialmente el libro, no por recordar su contenido (que nunca he olvidado), sino por volver a sentir esa "chispa", esa motivación, que años atrás me había permitido perder peso. Pero no la encontré. Y luego la he estado buscando en todos y cada uno de los libros de dietética que han caído en mis manos. En un par de ellos la volví a encontrar.

No hay comentarios: