Free counter and web stats

viernes, 2 de enero de 2009

El croissant siempre llama dos veces.

Hoy día 2 he empezado con inducción, y me siento fuerte. Creo que después de los turrones, polvorones, guirlaches, etc. de estos días, mi cuerpo y mi estómago necesitaban una tregua... ¡que espero sea indefinida! Para quienes no estéis demasiado puestos en Atkins, "inducción" es la primera fase de la dieta (dicho de manera algo gruesa). Se caracteriza por reducir la ingesta de hidratos de carbono a unos 20 g. diarios, entre los que se pueden incluir una amplia gama de vegetales (salvo la fruta) y excluyendo el pan, la pasta, el arroz, los cereales, las legumbres y toda clase de dulces. Los 20 g. son de hidratos puros, no de producto. Es decir: la lechuga tiene 1.5 g. de hidrato de carbono por 100 g. de producto. O sea, que te puedes comer 1 kg. de lechuga en un día, y habrías consumido 15 g. de hidratos de carbono (aún te quedarían 5 g. más). Obviamente, es preferible consumir más variedad de vegetales, crudos o cocinados, y no ir a kilo diario de lechuga, lo cual puede resultar en que se nos quede cara de ídem. A cambio, se puede comer a discreción carnes, pescados, embutidos, mariscos, quesos (bajos en carbohidratos), huevos, etc. Esta fase debe durar al menos dos semanas, y sirve para activar el mecanismo de lipólisis o "quema de grasas", como bien la define San Atkins.

No sé si será algo psicológico, pero cada vez me parece más relacionado el hecho de abstenerse de ciertos hidratos de carbono con la abstención del tabaco. Recuerdo que no hacía ni dos días que había dejado de fumar cuando quedé con un par de compañeras de trabajo a tomar un café. Nada más llegar, una de ellas (fumadora empedernida), sacó un cigarro y se lo encendió. Ella no se dio cuenta, pero a mí me empezaron a temblar ligeramente las manos. De buena gana hubiera saltado sobre ella, le habría arrebatado el cigarro y me lo habría fumado entero de una sola calada. Pues bien, hoy me ha pasado algo parecido con otra amiga, pero no con un cigarro, sino con su croissant. Yo llegaba a la cafetería contento de haber empezado mi inducción con un desayuno consistente en una tortilla francesa con queso y un poco de perejil. En la cafetería ya me esperaba mi amiga, con un café y un hermoso croissant. Mientras yo me bebía mi café solo con sacarina (hago la vista gorda con la recomendación de Atkins acerca de prescindir de la cafeína), veía cómo mi amiga se deleitaba troceando su croissant y comiéndoselo despacito. Y yo, sintiendo cómo volvía ese ligero (e imperceptible para los demás, afortunadamente) tembleque de manos, y esas ganas de arrojarme sobre el croissant de mi amiga y engullirlo vilmente sin masticar.



Pero al final, todo ha pasado. Me acordaba de la terapeuta gracias a la que dejé de fumar. Ella nos explicaba que al principio, cuando dejas el tabaco, hay picos de ansiedad muy fuertes (son los que suelen dar al traste con muchos propósitos de año nuevo), pero que afortunadamente duran muy pocos segundos (a veces, unos pocos minutos), y que aprender a gestionarlos es básico para superar la ansiedad de las primeras semanas.

En mi caso, los picos de ansiedad por la retirada de los hidratos de carbono "prohibidos" son infinitamente más suaves que los que experimenté al dejar el tabaco, pero aun así, se asemejan demasiado. ¿Será que algunas personas llegamos a desarrollar cierta adicción a determinados hidratos de carbono? Yo estoy convencido de que sí.

No hay comentarios: